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Alteración de la voz: disfonía

La voz es una de las herramientas más importantes que tenemos para comunicarnos con los demás. Sin embargo, a veces puede verse afectada por diferentes factores que alteran su calidad y su sonoridad. A esto se le llama disfonía, y se caracteriza por una pérdida del timbre normal de la voz por un trastorno funcional u orgánico de la laringe.

La disfonía puede tener diversas causas, que se pueden clasificar en dos grandes grupos: orgánicas y funcionales. Las causas orgánicas son aquellas que se deben a una alteración anatómica o estructural de las cuerdas vocales o de la laringe, como pueden ser los nódulos, los pólipos, los quistes, las inflamaciones, las infecciones, las lesiones congénitas, los tumores o las parálisis. Las causas funcionales son aquellas que se deben a un uso inadecuado o excesivo de la voz, como puede ocurrir en profesionales que hablan mucho o que lo hacen en ambientes ruidosos o secos, o en personas que tienen hábitos perjudiciales como fumar, beber alcohol, carraspear o gritar.

Los síntomas más habituales de la disfonía son la ronquera, la voz ronca o áspera, la voz monótona o sin matices, la voz temblorosa o entrecortada, la pérdida de volumen o intensidad, la dificultad para alcanzar los tonos agudos o graves y la sensación de cansancio o dolor al hablar. Además, puede haber otros síntomas asociados como tos, picor, ardor, sequedad o sensación de cuerpo extraño en la garganta.

El diagnóstico de la disfonía se basa en la historia clínica del paciente, en la exploración física y en la valoración de la voz mediante pruebas específicas como la laringoscopia (que permite ver el estado de las cuerdas vocales), la estroboscopia (que permite ver el movimiento de las cuerdas vocales) o la videolaringoestroboscopia (que combina ambas técnicas). Estas pruebas permiten identificar la causa de la disfonía y descartar posibles enfermedades graves como el cáncer de laringe.

El tratamiento de la disfonía dependerá de su causa y de su gravedad. En algunos casos puede ser suficiente con medidas higiénico-dietéticas como hidratarse bien, evitar el tabaco y el alcohol, no forzar ni abusar de la voz, respirar correctamente y evitar los ambientes irritantes o contaminados. En otros casos puede ser necesario recurrir a fármacos como antibióticos, antiinflamatorios, corticoides o mucolíticos. También puede ser muy útil la rehabilitación logopédica, que consiste en ejercicios y técnicas para mejorar el uso y el cuidado de la voz. En algunos casos puede ser necesario realizar una intervención quirúrgica para extirpar o corregir las lesiones orgánicas que afectan a las cuerdas vocales.

La prevención de la disfonía pasa por mantener una buena higiene vocal y evitar los factores de riesgo que puedan dañarla. Es importante consultar con un especialista en Otorrinolaringología ante cualquier síntoma persistente o recurrente que pueda indicar una alteración de la voz.