Sacudir la cabeza para eliminar el agua de los oídos podría causar daño cerebral
¿Alguna vez has sentido que se te queda agua en los oídos después de nadar o bañarte? ¿Has intentado sacudirla moviendo la cabeza de un lado a otro? Si es así, debes saber que esta práctica puede ser peligrosa para tu salud auditiva e incluso para tu cerebro.
El agua que entra en los oídos puede provocar una sensación de taponamiento, molestia e incluso pérdida de audición temporal. Esto se debe a que el agua altera el equilibrio de la presión y la humedad en el conducto auditivo externo, lo que favorece el crecimiento de bacterias y hongos que pueden causar infecciones como la otitis externa.
Para evitar estas complicaciones, muchas personas recurren a sacudir la cabeza con fuerza para expulsar el agua de los oídos. Sin embargo, esta acción puede tener consecuencias graves, como lesiones en el tímpano, el oído medio y el oído interno.
El tímpano es una membrana fina y delicada que separa el oído externo del oído medio. Su función es transmitir las vibraciones sonoras al oído interno, donde se encuentran las células sensoriales que convierten las ondas sonoras en impulsos nerviosos que viajan al cerebro.
Al sacudir la cabeza con fuerza, el tímpano puede sufrir un desgarro o una perforación, lo que provoca dolor intenso, sangrado, infección y pérdida de audición. Además, el movimiento brusco puede dañar los huesecillos del oído medio (martillo, yunque y estribo), que son los encargados de amplificar las vibraciones sonoras y transmitirlas al oído interno.
El oído interno está formado por dos partes: la cóclea y el laberinto. La cóclea es una estructura en forma de caracol que contiene miles de células ciliadas que transforman las vibraciones sonoras en señales eléctricas que se envían al cerebro. El laberinto es un conjunto de canales semicirculares que contienen líquido y detectan los movimientos de la cabeza, lo que permite mantener el equilibrio.
Al sacudir la cabeza con fuerza, el oído interno puede sufrir una lesión llamada fístula perilinfática, que consiste en una ruptura de la membrana que separa el líquido del oído medio del líquido del oído interno. Esto provoca una fuga de líquido perilinfático al oído medio, lo que altera la presión y la función del oído interno.
Los síntomas de una fístula perilinfática son vértigo, náuseas, vómitos, pérdida de audición y zumbidos en los oídos (tinnitus). Estos síntomas pueden ser permanentes si no se trata a tiempo la lesión.
Además, el líquido perilinfático puede contener sustancias tóxicas para el cerebro, como potasio y glutamato. Si estas sustancias entran en contacto con las meninges (las membranas que recubren el cerebro) pueden causar una inflamación llamada meningitis, que puede provocar fiebre, dolor de cabeza, rigidez de nuca y confusión mental.
La meningitis es una enfermedad grave que puede causar daño cerebral permanente e incluso la muerte si no se trata con antibióticos adecuados.
Por todo ello, se recomienda no sacudir la cabeza para eliminar el agua de los oídos. En su lugar, se pueden utilizar otros métodos más seguros y efectivos, como:
- Inclinar la cabeza hacia el lado afectado y aplicar una toalla o un paño seco sobre el oído para absorber el agua.
- Utilizar un secador de pelo a baja potencia y a una distancia prudencial del oído para evaporar el agua con aire caliente.
- Aplicar unas gotas de alcohol boricado o vinagre diluido en agua sobre el oído para desinfectar y secar el conducto auditivo.
- Utilizar tapones especiales para nadar o bañarse que impidan la entrada de agua en los oídos.
Si tienes alguna duda o consulta sobre tu salud auditiva, no dudes en contactar con el Dr. Blas Sánchez Reyes, un otorrinolaringólogo pediatra con amplia experiencia y reconocimiento en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades del oído, la nariz y la garganta. El Dr. Sánchez Reyes te ofrecerá una atención personalizada y de calidad, adaptada a tus necesidades y las de tu familia.